« … Né en Andalousie à la fin du XVIIIe siècle dans les couches sociales les plus marginales et les plus pauvres, le flamenco reste marqué par un mystère autour de ses origines.

Le terme n’apparaît qu’au XIXe siècle et donne lieu à bien des controverses quant à son étymologie.

Pour certains, il viendrait de l’arabe fellah mengu.

Cependant, certains musicologues ont fait remarquer que le terme « flamenco » n’est utilisé, dans le contexte qui nous concerne ici, que depuis le XIXe siècle, à une époque où la langue arabe n’avait plus guère d’influence en Espagne. Une autre possibilité serait que ce terme renverrait aux Gitans ayant combattu aux côtés des Espagnols dans les Flandres. D’autres hypothèses suggèrent encore que « flamenco » ferait écho au port altier du flamand rose qui n’est pas sans rappeler celui du chanteur ou du danseur, ou que le terme serait une allusion péjorative à la désignation des Gitans par les Andalous qui les traitaient de flamencos.

Le terme « flamenco » s’est imposé, mais est parfois concurrencé par celui de cante jondo.

Un second mystère persiste, celui de ses origines : en effet, si les influences arabes, juives ou gitanes y sont perceptibles, le flamenco semble surgir comme par enchantement au XIXe siècle, possédant déjà toute la gamme des styles fondamentaux, appelés palos, qui le caractérisent encore aujourd’hui.

Avant d’atteindre l’universalité confirmée par le label « patrimoine culturel immatériel de l’humanité » obtenu en 2010, le flamenco a été l’expression artistique d’une région bien précise d’Espagne : l’Andalousie. Située au sud du pays, cette région autonome composée de huit provinces est le berceau du flamenco, en particulier les régions les plus méridionales de la Basse-Andalousie. L’Andalousie va jouer le rôle de terre d’accueil et de carrefour d’échanges, propice à la naissance de ce nouveau genre musical et dansé.

La richesse musicale de la culture arabe a laissé des traces dans le flamenco dont certains palos, comme la zambra, sont encore les témoins. On peut aisément saisir dans les mélismes du cante flamenco des échos de la musique du Maghreb et d’Orient, directement implantée en Espagne par des musiciens tels que Zyriab de Bagdad, venu s’installer à Cordoue au IXe siècle.

À cette époque, les chants de la minorité juive vivant dans le sud de l’Espagne ont également pu pénétrer le folklore andalou et arriver par cette voie jusqu’au flamenco.

Partis du nord de l’Inde au Xe siècle, les Gitans ont traversé une bonne partie de l’Asie et toute l’Europe, adoptant beaucoup de traits culturels des terres traversées. Après un périple de plusieurs siècles, ils s’installent en Europe centrale et arrivent au début du XVe siècle en Basse-Andalousie. Intervenant dans les festivités populaires profanes et religieuses, ils se montrent des interprètes zélés des musiques autochtones, offrant une réinterprétation personnelle, « a lo gitano », d’un répertoire populaire connu de tous. Cette adaptation des formes musicales locales selon des structures qui leur sont propres (comme la seguiriya) va participer à la consolidation de la forme définitive du flamenco.

La Basse-Andalousie est considérée comme le berceau du flamenco. C’est là que ce sont forgés quelques-uns des styles les plus fondamentaux du genre :

– les tonás, les chants les plus anciens, âpres et sobres, exprimant la dureté du quotidien,

– la seguiriya, longue plainte avec beaucoup de lalies, exprimant la souffrance, l’amour et la mort,

– les soleares, chants majesteux, pleins de solennité et de grandeur,

– les bulerías, chants festifs exécutés sur un rythme très rapide, etc…

Cependant, les autres provinces ne sont pas en reste, et chacune à leur façon ont apporté leurs styles singuliers, leur palos, identifiés par leur lieu d’origine : malagueña, rondeña, granaína… La région d’Almería se distingue quant à elle par le taranto et les chants de mine.

Beaucoup de ces palos appartiennent à l’origine au genre musical du fandango, avant d’être incorporés au répertoire du flamenco. »

Jean-François Carcelen

(Philharmonie de Paris)

Datos :

Monstres du cante :

MANUEL TORRE (Jerez de la Fra. 1878 – Sevilla 1933)

Su verdadero nombre era Manuel Soto Loreto, el apodo Torre proviene de su padre también cantaor y natural de Algeciras al que se le llamaba así debido a su gran estatura, según algunos testimonios, parece ser que su segundo apellido era « Leyton » y no Loreto, que era el nombre de su mujer.

Comenzó sus actuaciones públicas en los cafés cantantes de Jerez de la Frontera. Realizó grabaciones de 25 cantes, soleares, seguiriyas, fandangos, bulerías, malagueñas, tangos, peteneras y saetas, entre otros. Fue el primer cantaor en interpretar una versión aflamencada del tema « Los campanilleros », que después popularizó La Niña de la Puebla.

ANTONIO CHACÓN (Jerez de la Fra 1869 – Madrid 1929)

Era niño cuando comenzó a juntarse con el guitarrista Javier Molina y un hermano de éste bailaor, y hacia 1884 los tres juntos se lanzaron por los caminos de Andalucía para ganarse la vida en el flamenco. Fue Silverio Franconetti quien primero le contrató para su café sevillano, y según Fernando el de Triana, también el primer cantaor que allí ganó veinte pesetas. Los cantaores más notables que hasta entonces se habían conocido nunca cobraron más de diez.

CAMARÓN DE LA ISLA (San Fernando 1950 – Badalona 1992)

A José Monge Cruz le viene su apodo de « Camarón » por el que es conocido por un tío suyo, de nombre José, debido a su delgadez, pelo rubio y piel blanca, le hacía parecer un camarón. En 1955, a la edad de cinco años, actuó por primera vez en una compañía que montaban una escuela llamada Los Hermanitos en San Fernando. Con doce años gana el primer premio del Concurso Flamenco del Festival de Montilla (Córdoba). Se inicia como profesional en la compañía de Rancapino.

CHOCOLATE (Jerez de la Fra. 1936 – Sevilla 2005)

Antonio Núñez Montoya (Chocolate) se traslada a Sevilla muy joven, aficionado al cante desde la niñez, empieza a hacer sus primeras actuaciones en la calle, ganándose así sus primeras pesetas. Su primera salida como artista profesional fue en el Teatro Zorrilla de Melilla. Ya, a comienzo de los años 60 y con la aparición de los festivales flamencos, El Chocolate comienza actuaciones en solitario, dejando siempre constancia de su pureza cantaora. Dejó, quizás, en el fandango, la huella más propia de su personalidad cantaora, en una forma de tercios largos y ligados muy peculiar.

MANUEL VALLEJO (Sevilla 1891-1960)

Manuel Jiménez Martínez de Pinillo (Manuel Vallejo), supo interpretar todos los palos con dignidad y altura, mostrando en todo momento su conocimiento en la técnica flamenca, fue muy popular en la etapa de la ópera flamenca. Obtuvo la copa Pavón en el teatro madrileño del mismo nombre, así como la Llave del Cante Flamenco. Llegó a grabar en su carrera artística 123 discos.

TERREMOTO DE JEREZ (Jerez de la Fra. (1934-1981)

Fernando Fernández Monje (Terremoto de Jerez), es un genio por excelencia de una generación de cante oscuro, de sonidos negros, del cante que no tiene explicación. Nacido en el mítico barrio de Santiago, en la Calle Nueva, estaba emparentado con lo más ilustre de la gitanería jonda de Jerez. A los seis años andaba bailando por calles y tabancos, junto al también cantaor y bailaor Romerito. Así los descubrió un día un famoso representante de los flamencos y los contrató para un tablao de Sevilla.

Perteneció también a los conjuntos de los tablaos madrileños de Los Canasteros y El Duende. En los sesenta fue primer cantaor del Tablao Las Brujas, también en Madrid. En 1965, le concedieron el Premio Nacional de Cante de la Cátedra de Flamencología, entidad que también le distinguió con la Copa Jerez, en 1968.

El 4 de septiembre de 1981, cantó por última vez en Jerez, al día siguiente lo hizo en el festival de Ronda, enfermando a su regreso a Jerez, donde falleció a las diez horas del día 6, a consecuencia de una hemorragia cerebral. Ser elemental y primario, cantar era lo único que sabía hacer. Se recuerda a este punto que cuando murió su madre, a quien adoraba, en el entierro permaneció sumido en un mutismo atroz, hasta que rompió gritando desgarradoramente por siguiriyas.

AGUJETAS « EL VIEJO » (Jerez de la Frontera 1908 – Rota 1976)

Manuel Santos Gallardo (Agujetas el Viejo). Perteneciente a una amplia dinastía gitana. Recibió en 1975 el premio de Enseñanza y Maestría de la Cátedra de Flamencología. Su profundidad cantaora atesoraba los más ricos estilos de su tierra, fue una enciclopedia del cante. Recogió todos los estilos de cantaores jerezanos como Carapiera, Marruro, Tío José de Paula y, por supuesto, Manuel Torre.

Agujetas el Viejo realizó algunas grabaciones memorables acompañado a la guitarra por Rafael Alarcón. Seis interpretaciones fueron publicadas en 1977 con el título de « Palabra Viva ».

FOSFORITO (Puente Genil 1932…)

Antonio Fdez Díaz (Fosforito), quinto de los ocho hijos de una humilde familia con ascendencia artística, ya que su abuelo materno era un cantaor conocido por « Juanillo el Cantaor », hermano de « El Niño del Genil », a quien se le atribuye la creación del garrotín.

Con apenas seis años hace su primera incursión en el cante. Ejercía su arte de manera ambulante para sobrevivir, de un sitio a otro por ferias y festejos para dar con el cliente del que pudieran obtener unas monedas. Después vendrían las tournés al lado de Pepe Pinto o Juan Valderrama, las giras americanas con Manuela Vargas y con Juan Habichuela.

ANTONIO MAIRENA (Mairena del Alcor 1909 – Sevilla 1983)

Nació con el nombre de Antonio Cruz García en una familia gitana, asentada en Mairena del Alcor desde los tiempos de Carlos III. Su padre trabajaba en una herrería donde Antonio se inició en la profesión y comenzó a recibir la influencia de los cantes gitanos que escuchaba. Sus padres tuvieron cinco hijos más, de los cuales Francisco (Curro Mairena) (1914-1993) y Manuel (Manuel Mairena) (1934-2013) también fueron cantaores de relevancia.

SERNITA DE JEREZ (Jerez de la Fra 1921 – Madrid 1971)

Manuel Fernández Moreno (Sernita de Jerez), estabá emparentado con Los Parrilla, Tío Borrico y Terremoto, con lo que podemos decir que de casta le viene lo jondo. Desde muy joven va aprendiendo el cante que le va inculcando su padre y como casi todos los cantaores de Jerez de su generación, cuando tiene edad de trabajar lo hace en las labores del campo y por consiguiente participa en las fiestas que surgían a la terminación de la jornada.

Patrice Quiot