PATRICE
« J’écris cet article loin de Séville, loin de son mois d’avril, splendide même sous la pluie. J’écris cet article rempli de nostalgie. Parce qu’aller aux corridas, quel qu’en soit le lieu, est toujours quelque chose d’heureux.
Mais à Séville en marchant dans le Baratillo, en traversant ses rues qui sentent la fleur d’oranger «con el regusto en el gaznate de un vino sanluqueño o jerezano, unas tapitas de jamón, una tortilla de bacalao, unas aceitunas gordales aliñás y el asombro del pescado frito, que fue, no nuestro almuerzo, porque en la feria de Sevilla no se come, sino que se picotea aquí y allá, en esta caseta y en la otra, es algo que sólo en Sevilla sentimos, porque lo taurino en Sevilla está en el aire. »
Parce que à Séville, on va a los toros avec la certitude de passer un agréable moment. Peu importe que les toros soient mansos et que les toreros soient mauvais. La Maestranza et son public nous suffisent. Quand rien ne se passe dans l’arène, nos yeux sont ravis par l’émerveillement de ses arcs gracieux comme des courbes féminines et par la musique de l’accent andalou « que canta los decires del ingenio ».
Un spectateur demande avec de grands gestes passionnés, l’oreille pour son torero. A côté de lui, un partisan d’un autre espada, lassé de voir le mouchoir s’agiter et de l’entendre crier « ! Que le corten la oreja ! Que le den la oreja », lui demande : « ¿ Por qué en lugar pedir una oreja para el Fulano no pide unas narices para usted, que le hacen mucha falta ? Ce à quoi, l’interpellé répond : « ¡ Porque he visto pocos chatos más chatos que usted ! ”
Dans n’importe quelle autre arène, on est toujours agacé par les commentaires bruyants des spectateurs, presque toujours stupides et sans esprit, nourris de clichés et de phrases figées. Et ne parlons pas de ce genre de soliloques auxquels se livrent tant de gens qui se prétendent des amateurs compétents, franchement insupportables.
Pas à Séville. « En Sevilla todo el mundo habla discretamente de toros y, lo que es mejor, con oportunidad y sin patosería. »
La feria de Séville, premier événement important de la temporada, compte beaucoup dans le monde de la tauromachie.
« Desde lejos siguen todos sus habitantes. Valoran, adivinan las faenas por el tono de las crónicas y el laconismo de los telegramas. Muchos, muchísimos, no conocen Sevilla. Pero ya sabemos que en el planeta de los toros abunda la imaginación. Y se figuran “La Campana” y la calle de Tetuán y la de las Sierpes talmente como si las estuvieran viendo. ».
Et ne parlons pas des corridas. A huit heures du soir tous les jours de feria, dans les épiceries, dans les cafés et les rues de Madrid, on sait ce qui s’est passé à Séville, toro par toro, passe par passe. Quelques-uns ont appelé la maison des apoderados ou des toreros, « y allí les han dicho lo que ocurrió, velado con velos tupidísimos, si la tarde se dio regular, o aumentando con exageradas hipérboles si hubo suerte y corte de orejas ».
Le fait est que peu de temps après la corrida de Séville, toute la planète des toros de Madrid est en émoi. Chacun raconte la feria telle à l’aune de son torero de son choix.
S’il a été flojo l’argumentation va ainsi : « Ningún torero ha estado bien nunca en la feria de Sevilla. Los toreros no están puestos. Los toreros no se centran hasta San Fermín, en Pamplona. De ahí p’adelante es cuando las figuras del toreo empiezan a desarrollar. »
« Mais, Mengano lui, a coupé les oreilles ses deux après-midis ? »
« ¡ Nada, orejillas sevillanas ! ¡ Todo eso de que el público de Sevilla entiende de toros es una leyenda ! Del toro saben algo, lo concedo, pero lo que es del toreo, ¡ quiá ! »
« Del toreo sólo sabes tú y un tío tuyo.
¡ Naturalmente que sé ! »
Mais si pour le torero predilecto les choses se sont bien passées, se echan al vuelo las campanas : « ¡ Ahí, ahí, en Sevilla, en la feria de abril está la llave de la temporada, porque el público de Sevilla es el más inteligente de España, y allá no pasa gato por liebre, y los toros van de grano y con cara y con tipo, y el pingüi no vale. Hay que torear y luego irse tras de la espada. Todas las figuras del toreo han cortado orejas en la feria de Sevilla. »
Même si celui qui dit une chose une année, avait dit son contraire la précédente. On reprochait à Curro el Cochero, taurino hors du commun, d’avoir défendu un torero qu’il avait auparavant dénigré sans indulgence.
« Pourtant, Curro, tu ne disais pas ça l’année dernière ! »
« C’est que l’année dernière j’étais un menteur… »
Antonio Díaz-Cañabate.
(Article publié dans « El Ruedo » le 29 avril 1948).
Datos
Antonio Díaz-Cañabate y Gómez-Trevijano (Madrid, 21 de agosto de 1897, Madrid, 16 de agosto de 1980) fue un abogado, crítico taurino y escritor teatral español.
Estudió Derecho en Madrid y desde muy joven se dedicó al periodismo, escribiendo desde Madrid artículos costumbristas en Le Figaro o La République. Sutil observador, de prosa lúcida y erudita, pero de estilo coloquial y castizo, cultivó el género costumbrista madrileño, que gozaba entonces de gran prestigio.
Tras la guerra civil española, empezó a ocuparse de la temática taurina y llegó a ser una de las principales firmas de El Ruedo, el más importante semanario taurino de la época. Colaboró con José María de Cossío, a quien conocía desde 1937, en la redacción de los primeros volúmenes de la enciclopedia taurina « Los Toros », tratado técnico e histórico.
La obra de Díaz-Cañabate dio un giro en las décadas de los 40 y 50 años en los que innovó la redacción de la crítica taurina. De este periodo son sus obras más destacas de temática costumbrista: La fábula de Domingo Ortega o Historia de una tertulia. A mediados de los cincuenta editoriales francesas e inglesas publicaron varias de sus obras taurinas escritas en inglés y francés destinadas a los aficionados taurinos de ambos países. Colaborador de la revista taurina el Ruedo de 1944 a 1959 como redactor de la conocida sección El planeta de los toros.
Su Historia de una taberna, publicada en 1944, es un canto nostálgico a su querida Villa y Corte y a uno de sus lugares más emblemáticos, la taberna que regentaba el matador de toros Antonio Sánchez. En este libro, Díaz-Cañabate compone un afortunado cuadro que combina sus dos amores literarios: Madrid y la tauromaquia.
En 1958 se hizo cargo de la crítica taurina del diario ABC, donde permaneció hasta su retiro profesional en 1972, como crítico oficial de la feria taurina de San Isidro. Siguió, no obstante, publicando colaboraciones esporádicas sobre costumbres madrileñas en diversos medios periodísticos, como el propio ABC o El País.
Su último trabajo, y tal vez el de mayor relevancia, fue sustituir a Cossío, tras su fallecimiento y por expreso deseo de este, en la dirección y redacción de Los toros, tratado técnico e histórico, la obra de referencia sobre la tauromaquia. Coordinó la planificación y la publicación de dos nuevos tomos, el quinto – publicado en 1979 – y el sexto – publicado en 1980 –,junto con José Ortega y Gasset que incluyen una larga retrospectiva de Díaz-Cañabate sobre las últimas décadas del toreo, no exenta de polémica por su juicio circunspecto sobre el toreo más reciente.
Fue nombrado cronista oficial de la villa de Madrid el 25 de febrero de 1966.
Autor de más de setecientos artículos en ABC de temática diversa y más de mil crónicas taurinas entre 1959 y 1972 fue un innovador en el periodismo taurino en el que tuvo gran proyección profesional.
En 1991 el ayuntamiento de Madrid colocó una placa conmemorativa en la fachada del lugar donde vivió el escritor y periodista, calle Marqués del Duero número 3 en agradecimiento a sus publicaciones sobre la vida y costumbres de los madrileños.
Muchos de sus artículos de revistas y periódicos fueron recogidos más tarde en libros recopilatorios como Madrid y los Madriles (1974) y Tertulias de anécdotas (1974).
Entre sus obras anteriores destacan:
Historia de una taberna (1944) – Dedicada a la Taberna de Antonio Sánchez.
La fábula de Domingo Ortega (1950)
Historia del tren (1959)
Los toros trato técnico e histórico (El Cossío, volumen V y VI – 1949-1965)
Historia de una tertulia (1962)
Historia de tres temporadas (1961)
Paseillo por el planeta de los toros (1970)
El mundo de los toros (1971)
Patrice Quiot